En las profundidades de la Selva Amazónica de Sur América: Ecuador y Colombia, aunque también en ciertas regiones de Panamá, crece una palma cuyo fruto, compuesto por infinidad de semillas sirve para la elaboración de preciosas piezas decorativas.
La tagua, también conocida como nuez de marfil o marfil vegetal, es la semilla de la palma Phytelephas macrocarpa, que crece en los bosques húmedos tropicales de la región del Pacífico, especialmente en Ecuador, Colombia y Panamá.
Se utiliza y se comercializa internacionalmente, principalmente para hacer figuras artísticas o decorativas y adornos.
Los indígenas Emberá y Wounaan trabajan esta semilla, confeccionando artesanías de una gran belleza y acabado, por lo que son muy admiradas.
La tagua o marfil vegetal se obtiene del endosperma blanco y duro, de las semillas de la palmera Phytelephas sp, de la familia Arecaceae. En estas palmeras existe una diferencia entre el macho y la hembra. Los primeros no producen Tagua por lo que a menudo son erróneamente cortados. La especie se distribuye en el noroeste de Sur América.
El endosperma pulido de la semilla se parece muchísimo al marfil, a pesar de sus propiedades completamente distintas. En Ecuador, la especie utilizada para la obtención de tagua es Phitelephas aequatorialis, que existe en la zona subtropical entre los Andes y la Costa especialmente en la provincia de Manabí hasta un altitud de aproximadamente 1.500 metros, sobre todo en la ciudad de Montecristi donde muchos extranjeros y ecuatorianos pasean en busca de figuras bonitas y baratas elaboradas con tagua. La tagua (harina de tagua) sirve como alimento para animales (ganado, cerdos, aves).
El producto ha tenido mucha demanda en los países del hemisferio norte hasta inicios del siglo pasado principalmente para producción de botones. Se estima que, en 1920, un 20% de los botones producidos en los Estados Unidos eran hechos de Tagua. La industria ha tenido un gran retroceso después de la segunda guerra mundial, cuando el plástico remplazó casi totalmente el uso de la tagua.
Después de que se extrae de su planta, la tagua pasa por un proceso. Lo primero que se hace es ponerla a secar, explica Oliver Ruiz, trabajador, luego se la pinta y una vez que ésta seca, de nuevo se trabaja en la pulitura.
Genera gran atracción entre los turistas nacionales y sobretodo foráneos. Este es un trabajo poco común para los turistas extranjeros la tagua es un material muy buscado: “Aquí llegan varios turistas y compran para llevar de regalo a sus países, incluso hay quienes después traen a más amigos para que compren”, señala Jacqueline Román, vendedora y quien además fabrica bisutería.
Román menciona que junto a sus compañeras de trabajo, fabrica alrededor de 300 collares, en diferentes diseños y colores. Jacqueline Román acota: “Realizar este tipo de trabajo no es difícil pero toma de tiempo. Para hacerlo se necesita de mucha creatividad”. Oliver Ruiz TRABAJADOR “Antes de crear las piezas, la tagua debe pasar por un proceso donde debe ser tratada correctamente”. El valor de estas artesanías oscila desde los 0,50 hasta 5 dólares.