Era la Noche buena de 1223 y los vecinos de Greccio, un pueblecito de Italia, se habían reunido en una gruta para representar el nacimiento del Niño Dios. Debido al frío, la única figura no humana era la de Jesús.
Un hombre pobremente vestido se aproximó a la imagen y le besó respetuosamente los pies.
Según la leyenda, el niño cobró vida, extendió sus bracitos hacia él y le sonrió. Aquel hombre, Giovanni Bernardone, es más recordado por el nombre que asumió de: Francisco de Asís.
Se asegura que los franciscanos italianos, para recordar aquel hecho milagroso, siguieron haciendo escenificaciones del nacimiento de Jesús el Mesías, o al menos a este hecho se le atribuye el inicio de esta tradición.
Aunque la costumbre de representar la natividad de Jesús con seres vivos aún se mantiene en bastantes lugares, el minimizado Portal de Belén, el Nacimiento o el Pesebre, que son con los distintos nombres con que se le conoce en Hispano-América, ha sido, desde hace generaciones, un rincón tradicional en los hogares.
¡Cuantos villancicos habrán escuchado las pequeñas figuras de barro!
La tradición de hacer Pesebres se extiende por toda Europa y América durante los siglos XVII y XVIII, realizándose las figuras con las más variadas formas y materiales, según las tradiciones artesanales de cada lugar.
En Italia se hacen unas bellísimas imágenes de porcelana, en Capodimonte.
En Baviera y en el Tirol las figuras son tallas de madera con vestidos de tela.
En Austria, además, las figuras son de cera con ropajes de tela o de papel. En Francia, durante el reinado de Luis XIV son abundantes los Nacimientos que fabrican con todo primor los Carmelitas de Arlés y los Cartujos de Aviñón.
La Revolución que hizo rodar cabezas con su guillotina también cercenó esta actividad religioso-artesanal.
Casi a principios del siglo XIX comienzan a modelarse figuras de arcilla, con un alma de madera, que eran cocidas al horno y policromadas a pincel.
Algunas de estas piezas llegaron a alcanza una altísima calidad artística y un extraordinario realismo.
Durante algún tiempo, a partir de 1825, también se fabricaron figuras de plomo fundido. Poco a poco se industrializa la fabricación, se hacen mayores series y se abarata su precio, con lo que también crece la fauna y la variedad de figuras. Se añaden animales domésticos: gallos y ovejas; pescadores, Magos, pajes y camellos.
El montaje del Nacimiento seguía en los hogares una especie de ritual, que comenzaba con desepacar, como viejos tesoros, las figuras y los objetos guardados.
El reencuentro con lo ya olvidado, como el castillo de Herodes que habría que situar siempre en la lejanía, la estrella de oriente con su curvada cola, el ángel que colgaba del portal, etc…
Se fijaban los fondos de papel cuajados de estrellas, se hacía el río con papel de plata -o con algún inservible espejo roto- se colocaba las luces dentro de la gruta o del pesebre, y todo ello era, durante horas, el centro de atención de la chiquillería.
Desgraciadamente esta vieja tradición está cediendo ante la falta de tiempo y a veces espacio en las casas.
Pero hay tradiciones que es una pena que se pierdan, y esta es una de ellas que debemos conservar. Por ello es que nuestra familia decidió dedicar su tiempo libre a elaborar Pesebres Artesanales que ya vienen con todo incluido: Luces, Árboles, Vasijas, Enseres, etc. Y todo a precios solidarios.
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